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El llano en llamas: Buró y Arauca

  • Foto del escritor: L. Chivatá
    L. Chivatá
  • 25 jul 2021
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 9 nov 2021

Ayer, 25 de julio se celebrara el día del llanero. Dada mi vivencia significativa en aquel bello espacio geográfico decidí escribir la siguiente reflexión.


El famoso título y cuento de Juan Rulfo fue en lo primero que pensé cuando me enteré por parte de mi familia y mis amistades más cercanas, quienes viven allí, que el departamento estaba -más- desconectado pues la luz se había ido, y como en épocas anteriores, la pregunta del cuándo llegaría estaba en el aire. Un par de días después se empezó a difundir información sobre lo que acontecía allí con el intento de que se viralizara la información.

No sólo se trataba de informar sobre la desconexión, sino de otro tipo de problemas que, en sincronía, están afectando el departamento: inundaciones, daños en la infraestructura y el COVID-19. Sin nombrar que, no es un secreto, el departamento ha sido punto crítico del conflicto armado en Colombia. Sin embargo, es necesario decir que hay que desmontar los imaginarios que provienen del privilegio capitalino y no, no es sólo selva y ganado, tampoco están los grupos al margen de la ley caminando por el pueblo con fusiles al hombro. E igualmente para aquellos teóricos que desde el mismo privilegio, debaten sobre paz, balas y violencia y nunca han escuchado un disparo, ni han vivido gobernados con leyes que las personas reconocen "legítimas" a partir de otro tipo de institucionalidad. Personas que desde la comprensión misma de la vida, no saben lo que es "el llano en llamas". De ahí lo imprescindible de las víctimas en espacios vitales para la construcción de nación. No obstante, digamos que, la discusión filosófico-sociológica de la construcción de las sociedades a partir del conflicto no es de mi interés acá, pero es necesaria de manera interseccional.


El cuento de Rulfo retrata los sufrimientos de los militantes de las revoluciones armadas en México, pero no es lejano a la violencia del conflicto en Colombia. Aun más cercano en el llano, que en medio de sus características de la plenitud de los cielos llaneros, la cultura arraigada en versos lindos de joropo y la tranquilidad -paradójica- que producen las dinámicas de vida y ni hablar de lo que significa la hospitalidad (pero Derrida podría ser mucho más acertado para explayarse acerca de ello), lo hacen un lugar maravilloso. Al volver a Rulfo, podemos pensar que el llano -araucano- en llamas no son solo disparos y ejércitos bilaterales, hay problemas que poco a poco han hecho que el incendio se propague más rápido hasta el punto de la viralización de la situación de una zona periférica y descuidada durante toda su historia. Súmele la corrupción, premio que se lleva, entre otros, José Facundo Cisneros, el gobernador del departamento. Ni hablar de la negligencia del Estado, al que nadie reconoce como verdaderamente importante en sus dinámicas diarias en ésta zona. Pero eso sí, para el Estado y las multinacionales Arauca es sinónimo de petróleo y ganado, de las ganancias más grandes e importantes para el neoliberalismo. En ese momento, el departamento es el protagonista.


Ahora bien, ¿qué tiene que ver la Feria Buró en todo ésto?

Que haya sido negado un pedazo de pizza a un operador en el evento presentado en Bogotá, más allá de lo que representa el compartir la comida como, incluso, ritual en sí mismo; representa de parte de la co-fundadora un acto de miserableza clasista. Me baso en el trato distinto de una persona con absolutos privilegios a una persona del corriente, como la mayoría lo somos en éste país (ojo, no quiere decir que todas las personas privilegiadas sean clasistas). En el clasismo la diferencia de estrato hace merecedor al otro de un trato indigno, tal como negar un plato de comida.

Un problema que es estructural -el clasismo- y que halla en el otro la falta de reconocimiento como otro, más bien el otro es objeto. Bien sabemos lo que implica no tener el linaje o los contactos de peso en éste país para que no se sepa quiénes somos: ¿usted no sabe quién soy yo? En el clasismo que haya diferencias desde los privilegios hace que el otro pase a ser utilería, mano de obra, "capital humano" para el provecho de la ganancia o los beneficios de sí mismo y no personas, dignas de ser consideradas en la noción de humanidad misma. En ese mismo sentido, lo que representa el negar un trozo de pizza a escala micro, puede representar -de manera didáctica, el funcionamiento del neoliberalismo. Aquí los seres humanos perdemos la condición de humanos para convertirnos en máquinas de trabajo, se instrumentalizan los cuerpos y se castra la condición humana. Se trata de que seamos convenientes al sistema que nos devora. Aquí se nos niega el trozo de pizza a todas las personas.

¿Pero, y qué tiene que ver la situación de Arauca con Buró?

Se relacionan en tanto que un gesto como el negar un trozo de pizza a un empleado, se puede interpretar en términos macro. A Arauca (en representación de todas las zonas periféricas del país) siempre se le ha negado la pizza. El territorio ha sido cosificado, tanto como las personas en tanto "capital humano" en un sistema tan devorador. Arauca es aquel operador cumpliendo su trabajo y la co-fundadora de Buró es el gobierno y el Estado al que le interesa el beneficio a obtener, pero no el trato de las personas en sí mismo. Por eso mismo, la trocha de la Soberanía sigue en tan devastador estado, en pleno siglo XXI el departamento se queda sin luz más de quince días, no se sabe qué suceda con las personas afectadas por las inundaciones porque los protocolos son ineficientes por no decir inexistentes, y la violencia, aunque en menor escala, sigue constituyendo un hecho recurrente y naturalizado en el departamento. Pero cuidado con mencionar el petróleo, el ganado o el cacao, ahí el gobierno si está bien atento.


Kant en el derecho de las gentes nos anuncia ciudadanos del mundo, Wiracocha nos hace a todos acompañantes del mundo, mundo que cada vez más se inunda de la miserableza del desotrar, de cosificar y de hacernos menos humanos. Más allá de la cancelación de éste tipo de eventos y de la viralización de la situación, aspiro que en algún momento haya suficiente reconocimiento de que "el otro eres tú", esos otros que viven en zonas que no pensamos ni en acercarnos, pero nos llevamos gratas sorpresas al explorarlos, esos otros que deben personificarse. Arauca es tierra de joropo, de cultura llanera, de arpa y maracas,

de cielos majestuosos, de cercanía con lo sagrado del ecosistema, en medio de tantos problemas estructurales, la gente está llena de hospitalidad y de bondad, a pesar de tanto rojo. El llano también se incendia de la gente que se viste de lo que la mayoría de nuestras abuelas nos enseñó: donde come uno, comen hasta veinte.










 
 
 

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